
El arte de tus dedos, que acarician la belleza de lo infame.
El arte de tu boca, que besa lo insolente de mi risa.
El arte maestro, de saber que eres aquel. Ese que hace infinitas sorpresas del tiempo.
Ese arte de tus palabras, que enamoran cada silbido de los pajaros, en las tormentas desacostumbras.
Y el estrépito de tu respiración, que aturde al silencio.
Ese arte de hacer el amor..
Amo el pequeño milagro de miradas entrelazadas, de esa necesaria telepatía.
No voy a abstenerme, ni en el absorto cielo, ni ese pensado infierno;
como tampoco en las calles de los rumores, en la pieza más oscura y durante los esquizofrénicos ruidos, al arte de mirarte.
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